Las actuales velocidades de desplazamiento por las calles de la ciudad, transforman sus paisajes en un cúmulo inconcluso de sordas situaciones y acontecimientos, por donde no obstante transitamos sin mayor inconveniente. En vista de ello, Angie Saiz, registra de manera my ambigua, pasajes de un extraño recorrido que va desde su casa hasta el museo y como cruel souvenir de ese trayecto perdido, lleva consigo además, una de las tantas imágenes que componen el fragmentado panorama del centro de Santiago, una imagen que cubierta y encubierta revela la miseria del arte y la ciudad, indiferencia.